Por innumerables pretextos, muchos seres humanos son incompetentes para comunicarse adecuadamente. Esto hace difícil su relación con la comunidad, debido a su comportamiento intransigente y reservado. Pero desconocen estas personas que no sólo hacen daño a la sociedad con su conducta, sino a ellos mismos.
Es posible vivir en armonía con todo lo que nos rodea, si tenemos un comportamiento de respeto y tranquilidad espiritual. Debemos asumir el reto de ser mejores y eso reside potencialmente en nuestra alma. De vital importancia es reflexionar al final de cada jornada sobre nuestro desempeño, sobre si hemos sido altruistas y tolerantes.
Hay que invitar, con modestia, a todos los seres humanos para que sean más consecuentes con sus semejantes. Pero es necesario intentar borrar de nuestras vidas los errores, el materialismo y la individualidad.
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